¡Con ganas!

Por Eva Reinoso Tejada
Hace unos días la motivadora y escritora María Marín estuvo de visita en Denver y nos trajo su charla ¡Mujer con Ganas! Esa noche fue una experiencia inolvidable para quienes tuvimos la oportunidad de participar. Fue una noche de muchas emociones y mucho aprendizaje, que me tomaría páginas y páginas poder resumir; pero unos cuantos puntos se me quedaron grabados, y quisiera compartirlos con ustedes, mis lectoras y lectores.
Con respecto a lo de las “Mujeres con Ganas”, nos reímos un montón interpretando y hasta mal interpretando los posibles significados de esa frase. En el concurso que se hizo a la mejor definición, me encantó la respuesta de una de las mujeres, quien dijo “Una mujer con ganas es una mujer todo terreno.” Es decir, alguien que es capaz de superar las dificultades y los obstáculos y de seguir adelante luego de pasar por ellos. Eso tiene un nombre y se llama resiliencia que, por cierto, nuestra columna del Psicólogo Frank Clavijo esta semana se refiere exactamente a eso. La buena noticia es que la resiliencia no es algo que traemos de nacimiento, sino que lo podemos desarrollar. Como explica Frank, hay factores que ayudan a fortalecer ese “músculo”: El aceptar las situaciones como son, tener fortaleza para cambiar, ser flexibles en nuestras ideas y el estar dispuestos a aceptar nuestros errores. Yo agregaría, que es importante ser honestos con nosotros mismos en nuestra realidad y en vernos como somos.
Me impactó mucho el escuchar de María su testimonio acerca de su batalla con el cáncer. En su narrativa, dejaba ver el infinito miedo que pasó al conocer su diagnóstico y los sentimientos encontrados que siguieron. María no era la única. Varias mujeres en el lugar habían pasado por una situación como esa. Aprendí que todos y todas tenemos miedo, hasta de las cosas más pequeñas, y que siempre hay alguien con un problema mas serio del que uno cree tener. Aprendí lo que era la empatía. Aprendí que todos necesitamos apoyarnos mutuamente para no caernos, y si nos caemos, para podernos levantar.
Aprendí a no poner excusas, y a tomar responsabilidad de mis decisiones y mis errores. Cuando dejamos de hacer algo porque otra persona “no nos dejó” o porque circunstancias ocurrieron que nos impidieron lograr nuestro objetivo, debemos sincerarnos con nosotros mismos y aceptar que hasta la peor de las circunstancias no deja de ser una excusa. Hay miles de personas con peores circunstancias, peor salud, peor situación económica; pero que logra lo que nosotros consideramos impensables. Es ahí donde entra en juego el aprender de nuestros propios errores. ¿Y cómo se logra eso? Simplemente aceptando que cometemos errores; y que tenemos la capacidad de aprender de ellos, y de crecer.
Agradezco la bendición de haber compartido una velada de inspiración con mujeres que inspiran, y que necesitan ser inspiradas, en la que nos dimos cuenta de que todos los seres humanos buscamos lo mismo. Aunque sigamos diferentes caminos, tengamos diferentes habilidades, y creamos en diferentes ideas, todos al final buscamos lo mismo: Amar, ser amados, ser aceptados, y permanecer relevantes. Pero sobre todo ¡Tener muchas ganas de lograrlo!
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